miércoles, 18 de diciembre de 2013



Miriam Martínez
               
                El viernes 13 de diciembre, acudió a la Facultad de Segovia Miriam Martínez, profesional  del sector publicitario y compañero del profesor Alberto Martín, con el  fin de exponer su propia experiencia a los alumnos de Redacción Publicitaria de cuarto curso.
 
                Personalmente, durante estos últimos meses mi cabeza no ha dejado de dar vueltas a la misma pregunta: “¿Qué hago cuándo acabe la carrera?  Y, creo que  dicha pregunta es la clave de la charla que se nos ofreció, mediante numerosos ejemplos, de forma muy amena y divertida, desde una perspectiva humorística y cercana, lo que lo convirtió en una gran e interesante ponencia.

                Todos tenemos dudas, miedos, incertidumbre, por saber qué pasará cuando ésta bonita etapa de nuestra vida acabe; si seremos capaces, si tendremos talento, si alguien valorará nuestras diferentes habilidades, si de verdad tenemos los conocimientos que necesitamos, son algunas de las dudas que nos acechan.

                La ponente, a partir de sus diferentes trabajos, cómo ejecutiva de cuentas de BBDO, directora de arte de CED Digital e ilustradora independiente propuso una visión personal  del mundo al que nos vamos a enfrentar en apenas unos meses, desarrollando varios puntos principales:

                En primer lugar, mencionó la importancia del trabajo personal, las ganas de enfrentarse a nuevos retos y de aprender son imprescindibles para tener éxito y conseguir los objetivos que cada uno se proponga. “El talento no existe de forma natural, se trabaja, pues es una suma de entusiasmo, esfuerzo y tiempo”. De esta forma, cada persona tiene que encontrar actividades que le motiven y le inspiren cada día, tratar de mirar el mundo desde diferentes prismas, ya que cada uno hará que aprendas cosas nuevas.

                Y sobre todo absorber, todo lo que existe alrededor, pues será la clave para la creatividad, ya que ayuda a la concepción de conceptos y la capitación de nuevas ideas.

                Pero sólo con estas pautas no es suficiente, es decir, hay otros parámetros que son necesarios para el desarrollo de la actividad publicitaria. La madurez, la constancia, el entusiasmo, la responsabilidad, son otros aspectos fundamentales para crecer tanto profesionalmente cómo personalmente.

                Miram, también resaltó la importancia de no estancarse, es decir, para crecer y ser feliz es importante no conformarse, luchar por los sueños, sean los que sean. Pues en muchas ocasiones, y teniendo el contexto de crisis que apreciamos en España, las personas se conforman con un sueldo y un trabajo monótono que les impide crecer y aprender.

“El que hace lo que sabe hacer, está perdiendo el tiempo”

                Personalmente, me parece una propuesta interesante, pero no podemos olvidar las circunstancias de cada uno, pues no todo el mundo puede permitirse perseguir sus sueños, pues lamentablemente algunas personas necesitan el dinero para sobrevivir y tienen la oportunidad de arriesgarse.

                Por último, y cómo parte de la ponencia más enriquecedora bajo mi punto de vista, Miriam, animó a la creación de proyectos personales cómo páginas web, blog, portfolios, ya que aparte de poder ser útil para el futuro profesional ya que puede incluirse en el curriculum, es gratificante y divertido. Incluso nunca sabes quién puede leerlo e interesarse por los contenidos y la persona que está detrás de ellos.

                A modo de conclusión, resultó una clase muy motivadora y esperanzadora, esa chispa de ilusión y luz que necesitamos en último año de carrera. Así mismo, se transmitieron valores fundamentales cómo el valor, el esfuerzo, sacrificio,  la ilusión, las ganas de crecer y aprender que son los que crean a las grandes personas y que deben guiarnos durante nuestra vida para poder conseguir nuestros objetivos. Pues los golpes de suerte o milagros pueden suceder, pero por norma general, es la propia persona quién ha de ganarse un hueco en el mundo y luchar por alcanzar sus metas.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Sueños de Navidad



 Sueño de Navidad

“Aquella Navidad, mi sueño se cumplió”.
I

            Nunca he tenido una vida perfecta, yo tampoco lo soy, ni lo seré nunca. Todo lo que he conseguido en mi vida es un trabajo y un marido, que dentro de lo que cabe me trata bien y eso ya era mucho más d el que podía pedir  y mucho más de lo que me decía mi experiencia.
            Por aquella época rozaba los cuarenta, Leo era mi única familia, pues siempre me negué a tener hijos, por mucho que él insistiera; no tenía ni tiempo ni  ganas, y desde luego no quería ser la culpable de que alguien sufriera como lo hice yo, desde que mi cabeza recuerda.
            Cada vez que se avecinaba una de esas  épocas emotivas en las que todo el mundo derrocha felicidad por las esquinas, a mi me tocaba fingirla, pero lo de poner buena cara ya se encontraba en mis planes diarios.
            Esa Navidad fue diferente a todas las demás, todo cambio de rumbo sin previo aviso.
            El 20 de Diciembre, me levanté con las mismas ganas que todas las mañanas, es decir, ninguna; me volví hacia Leo para darle el rutinario beso de buenos días, uno de los pocos signos de cariño forzado que seguía manteniendo.
            Leo, tenía 43 años y era comercial. Le conocí con 27 por casualidad en  la boda de una de mis mejores amigas y desde ese día no nos habíamos separado. Dos años duró la magia y el amor, por lo menos por mi parte, y supongo que por su parte también porque llevaba engañándome, o yo pensaba que lo hacía desde los 31, hecho que realmente no me molestaba lo más mínimo y que fingía no saber.
            Desayunar, lavarme los dientes, vestirme, peinarme, mirarme al espejo pensando en lo desmejorada que estaba y los kilos que me sobraban. Recuerdo cuando todavía tenía esas ganas de vivir y luchar en mi día a día, un cuerpo atlético y juventud; pero todo eso se había quedado en un bonito recuerdo y nostalgia maldita.
            Me ponía en marcha hacia el trabajo, ese que tanto había deseado durante  años, por el que había estudiado hasta la saciedad y depositado toda mi ilusión y que acabó  conmigo en una oficina, sentada durante ocho interminables horas, en las que el jefe se dedicaba a pasear, poner malas caras y quejarse; todo por un mísero sueldo que a duras penas llega para pagar el alquiler y la comida.
            Mi móvil sonó aquella mañana, era mi madre, con una voz cada vez más débil y con un tono que denotaba las ganas que tenía de salir de la soledad de su casa.
            -Sí mamá, haremos la cena de Navidad como siempre. Yo me encargo de la comida y todo lo demás. Os esperamos a las ocho, ya sabes.
            Ella nunca me había dado cariño, ni lo necesitaba, en realidad lo terminé rehuyendo y esquivando a cada persona que trataba de dármelo; eso no era ni de mi estilo, ni de mi agrado. Pero todos sabemos cómo son  las convenciones sociales, lo de darse besos y abrazos todo el día por cualquier idiotez, algo que no iba conmigo y de hecho, me incomodaba.
            Como cada mañana me acerqué al café de la esquina para tomar aquella sustancia que me proporcionaba la energía y motivación que ya no tenía. Saludé a Tamara, la camarera que llevaba trabajando allí desde los 15 años que yo había estado frecuentando la cafetería y que enseguida me puso mi café habitual. Cuando terminé, me dispuse a salir hacia mi oficina. De repente  todo comenzó a dar vueltas, el pitido de los coches se hizo más intenso, la cabeza me retumbaba como si una banda de tambores se paseara por ella, mis ojos empezaban a vencerse impidiéndome ver cada vez más, hasta que los cerré por completo y caí desplomada en la acera.
II
            La luz fluorescente del hospital era terriblemente incómoda y cegadora, estaba aturdida y me había invadido un malestar impropio en mí. Allí estaba mi familia, es decir, mi marido y mi madre que aguardaban impacientes a que pronunciara mi primera palabra después de lo sucedido. En dos días volví a casa, no sabían qué me había pasado, pero después del incidente y las infinitas pruebas a las que me habían sometido, todo parecía normal y suponiendo que fue uno de esos típicos bajones de azúcar me dieron el alta.
            En esos dos días me dediqué, con ayuda de mi madre, a hacer todos los preparativos para la cena de Nochebuena y comprar los regalos. Aquella tarde me habían dejado sola en el piso, me senté junto a la chimenea a leer un libro mientras observaba como ardía la leña.
            Bajo mi asombro y incredulidad el fuego comenzó a avivarse y las puertas que lo separaban de mí se abrieron de par en par dejando salir las llamas y el humo. El pánico se apoderó de mí, no podía salir de mi asombro y mientras me debatía entre  entre quedarme quieta a observar qué pasaba o ir a por un cubo de agua para evitar que se quemara la casa, el humo comenzó a tomar forma. Lo primero que pasó por mi cabeza, es que estaba dormida, pero el calor y la imagen era tan real, que me convencí a mí misma de que podría ser posible.
            El humo continuó saliendo durante minutos y cada vez se hizo más evidente la  forma de hombre, no sabría cómo describirlo, ¡era tan real...!. Mi lado racional se desplomó cuando aquel ente que se mostraba ante mí, comenzó a hablar.
<<Sé que tu vida no ha sido fácil, sé que no has tenido suerte, pero todo puede cambiar a partir de ahora>>
            Un sinfín de preguntas invadían mi cabeza. - ¿Cómo? ¿De verdad esto me estaba pasando? ¿Qué era? ¿Una especie de espíritu de la Navidad? ¿Por qué a mí? ¿Podría cambiar mi vida, podría ser feliz? ¿Existía la felicidad?
            Para ser sincera, lo único que había deseado desde los veinte era quedarme dormida, no volver a despertar y acabar con todo este desastre que era mi vida. Pero la esperanza de que todo cambiara tenía forma de hombre y estaba compuesta de humo.
<<Voy a estar a tu lado, para ayudarte, para que todo cambie, para que seas feliz y para que vuelva el brillo que veía en tus ojos antes>>
            ¿Cómo era eso posible? ¿Iba a concederme algún deseo? ¿Me pediría algo a cambio? ¿Qué era realmente lo que quería? Pero mi asombro lo único que me dejaba era escuchar a aquella extraña criatura que se había materializado ante mí.
<<Sé que no he sido el mejor marido pero... te quiero Carol, siempre lo he hecho. Aunque no me he esforzado lo suficiente por hacerte reír, por comenzar nuevos proyectos, para que valga la pena pasar tiempo juntos>>
            En ese momento la figura se derrumbó y dejó paso a las llamas que, rápidamente se propagaron y comenzaron a quemar toda la casa, reduciéndolo todo a cenizas; mi cuerpo ardía entre ellas, el corazón palpitaba cada vez con más fuerza, parecía que iba a salirse del pecho, hasta que, como si fuera fruto del cansancio, se debilitó hasta pararse.
            Fue en ese preciso instante cuando supe la verdad: nunca había salido de aquel hospital. Había estado en coma durante todo ese tiempo y todo había sido fruto de mi delirio. La extraña figura, no era otra cosa que la voz de mi marido, que me hablaba, siendo consciente de que podía ser la última vez y al que yo, desde mi ensoñación le había puesto cuerpo.
            Las llamas tampoco existieron, en realidad fueron mis últimos minutos de vida en la tierra, el ardor de mi cuerpo, que culminó en una parada de corazón que pondría fin a mis días como, dramáticamente, había deseado y pedido siempre.




Aquella Navidad, mi sueño se cumplió ”.

martes, 3 de diciembre de 2013

art©



 ART&COPY

       
        El documental “Art &  Copy”  (2009) del director Doug Pray, hace un homenaje a los grandes profesionales del sector publicitario de los Estados Unidos que triunfaron con sus ideas a partir de la década de los 60.

            A lo largo de la película, se aborda las diferentes ideas que lograron un cambio en la forma de hacer publicidad, y cómo, a través de un largo proceso se consiguieron los resultados esperados e incluso mejores.
           
            Pero “Art & Copy”, presenta una visión innovadora del sector, pues concentra los grandes éxitos publicitarios, en un contexto de crecimiento de los mercados, de la mano de profesionales de la talla de Lee Clow, Hal Riney, George Lois, Mary Wells…

            Así, a través de entrevistas y presentación de campañas, se presenta un documental cargado de emoción y nostalgia, que mitifica la publicidad de la época. Quizás, sea una versión demasiado optimista, pues fueron muchos más los anuncios que fracasaron y está basado en unos años en los que se presenta un contexto  de crecimiento de mercados, en los que la sociedad estaba preparada para cambios y nuevas visiones.

            Los cimientos de la publicidad moderna, las grandes agencias, los slogans simples e impactantes, que quedan reflejados en el vídeo,  han quedado relegados al gigante que se ha colado en la cotidianidad de la sociedad, es decir, internet. Por tanto, podemos apreciar cómo la publicidad se ciñe a un contexto y no pueden trasladarse a la actualidad, pues la mayoría de las campañas fracasarían sin una previa adaptación.

            Por otro lado, aunque la campaña física no pueda trasladarse, si puede hacerlo el espíritu, que es el mensaje fundamental del documental. Abogar por la innovación, por la rebeldía y el inconformismo, no rendirse, luchar y apostar fuerte por ideales y cambios.
            Si algo tienen en común todos y cada uno de los talentos que refleja el documental, es ese ímpetu por defender sus ideas, por ir un paso por delante, por ofrecer cosas hasta el momento nunca vistas, apostar y arriesgarse por ellos. Esto en cuestión, es lo que ha de perdurar en el tiempo, en detrimento de las empresas y organizaciones reacias a romper las reglas establecidas.

            En concreto, cabe destacar, la gran campaña realizada por la agencia DDB en 1959, que elevó a la marca Volkswagen a la fama y, a su vez,  consiguió cambiar la opinión de los ciudadanos estadunidenses sobre los coches pequeños. La sencillez, la simplicidad de la presentación y la elegancia, hicieron de esta campaña, una de las mejores de todos los tiempos.



          Actualmente,  existe una inminente y preocupante saturación publicitaria, pues podemos encontrarla en cada rincón y en cada momento. Así mismo, la publicidad en términos generales es recargada, indistinguible en muchas ocasiónes e incluso cargante y pesada. Por ello, creo que la idea de ésta campaña en particular, podría aplicarse en nuestros días, creando un impacto similar al de la época.

            A modo de conclusión, encontramos dos puntos clave en el documental, que nos sirven de ejemplo y referencia para el futuro de la profesión: “El espíritu” y “La simplicidad”, dos claves que, independientemente del contexto, nos acercan al éxito y que son necesarios para llegar a conectar con los nuevos consumidores.